martes, 13 de julio de 2010

Crónicas de la Ciudad Dormida capítulo 3

Bueno, aquí está el nuevo capítulo de CCD. El capítulo continúa con el secuestro de Lyla.
Algunas personas me has dicho "Oye, es que esto es muy raro, empieza con el capítulo dos y..." ¡A ver! Para los principiantes que no lo sepan, los primeros capítulos están más atrás.

Ya sólo me queda decir ¡disfrutad del capítulo y no olvidéis comentar!

3
NUEVA INFORMACIÓN



El coche se movía a toda velocidad por una carretera desconocida para mí. Todos mis secuestradores tenían poderes adicionales, y además eran purasangre, como indicaba el color de sus ojos. La niña Parca estaba sentada junto al conductor. Era la primera vez que veía una tan perfecta. Era muy inusual conocer a alguna. La mayoría de ellas pertenecían a un grupo terrorista llamado La Alianza de las Parcas.
Al principio era un partido político que defendía el gobierno de los usuarios de poderes sobre los humanos, pero hace unos años comenzaron a realizar atentados en barrios de humanos y asesinatos de otros políticos, y el partido fue ilegalizado y convertido en un grupo terrorista.
La Alianza en un principio estaba formada por Parcas en su mayoría. Ésta es la especie que menos está autorizada a usar sus poderes, ya que para poder usarlos (las Parcas pueden expandir ondas de destrucción) su fuente de alimentación son fragmentos de almas humanas, y sólo los humanos con antepasados usuarios pueden reponer los fragmentos perdidos con el tiempo. La ley prohíbe que actúen, salvo en las FEH.
Por culpa de la Alianza, y por sus continuos chantajes, ataques y demás, el país se caía a pedazos. La milicia no era capaz de encontrar sus guaridas ni derrotar a los agresivos miembros del antiguo partido. Entonces, cuando todo parecía perdido y las presiones de la Alianza por hacerse con el gobierno empezaban a ceder, la casa aristocrática de Blackswan planteó una propuesta al consejo del rey: crear una fuerza especial independiente del gobierno compuesta por usuarios y humanos que combatiese la Alianza. Así nacieron las FEH, las Fuerzas Especiales Hope. Allí se unían grupos desde dos personas hasta diez donde el treinta por ciento son humanos, salvo en el caso de que haya una Parca, que tiene un compañero humano propio del que nadie más puede alimentarse. La Parca debe tener cuidado de no absorber el alma de su compañero al completo, porque entonces le mataría y estaría considerado homicidio ante la ley y no un descuido.
Gracias a ésta nueva fuerza, donde humanos y usuarios se coordinaban a la perfección, la Alianza perdió fuerza. Poco a poco, otras especies se fueron uniendo a la Alianza, y pronto hermanos de las mismas especies se encontraron luchando unos contra otros.


Estaba asombrada por estar rodeada de tantos usuarios purasangre. Los refulgentes colores de sus ojos me asustaban y al mismo tiempo despertaban admiración en mí.
La mujer, que debía tener más o menos mi misma edad y se encontraba sentada a mi derecha, tenía los refulgentes ojos dorados que correspondían a los Handhaber puros. Yo envidiaba aquellos ojos, porque los míos eran verdes, y yo creía que mis antepasados humanos me harían más débil que aquella muchacha que tenía dos soles en la cara, que hacían un afortunado contraste con su corta melena roja. Tenía la cara pálida, con pecas sobre las mejillas y la nariz. Vestía de manera sencilla y poco femenina para mi gusto. Sus ojos rebosaban una enorme inteligencia, con un cierto aire de superioridad. Se sentaba con la espalda ligeramente encorvada, las piernas separadas, las manos juntas sobre el regazo y la vista al frente. Ella representaba todo un misterio para mí en aquel entonces, y aún lo es.
El hombre, a mi izquierda, mantenía la cabeza ligeramente agachada, como si fuera un sirviente. Sus acuosos ojos violetas de Veterator estaban fijos en el suelo del auto, pero yo notaba que tenía vigilado todo el interior del coche. Tenía miedo de mirarle demasiado a no ser que se diera cuenta de que le observaba, pero estaba casi segura de que lo había advertido hacía rato. El pelo ondulado y negro como el carbón le caía sobre los hombros, dándole un aspecto un tanto vampírico. Vestía todo de negro, incluyendo la capa.
Los Veterator tienen la capacidad envejecer cualquier material que toquen, y eso incluye a las personas. Se alimentan del tiempo de vida de los humanos, y, como en el caso de los fragmentos de almas que se llevan las Parcas, los únicos humanos capaces de reponer los años perdidos son aquellos que tienen antepasados usuarios.


El hombre volvió a sorprenderme observando sus ojos violetas. Era increíblemente atento. Dio un suspiro y finalmente rompió con la espesa e incómoda atmósfera que sólo parecía molestarme a mí.
-No temas, Lyla. No es nuestro objetivo hacerte daño- hablaba como si fuéramos amigos. Su voz era increíblemente dulce y se expresaba de forma rica y exquisita.
-¿Y por qué me secuestráis? Si esperáis un rescate sustancioso por mí, olvidadlo, soy más pobre que las ratas.
Mentía con mi pobreza, pero tampoco es que fuera propietaria de ninguna fortuna. Mis ahorros se limitaban al dinero que mis padres me habían dejado antes de morir. Yo tenía casi claro que dinero no era lo que querían, ya que parecían estar podridos de él, al menos desde mi punto de vista. Pensé que aquella era gente refinada, pero no me cuadraba nada con el concepto del secuestro.
La chica a mi lado sonrió. Definitivamente creía que yo era estúpida. Ya le daría una lección más adelante, de momento el único que se dignaba a hablarme era el hombre.
-¿Secuestro? ¡Nada de eso!
-Demuéstralo- corté yo.
-¿Cómo?- preguntó, seguro que más interesado en mi respuesta que en hacer caso a mi petición.
-Déjame ir.
-No puedo hacer eso.
-Entonces es un secuestro.
Él miró al techo pensando en lo que me iba a responder. No había razones para que alguien forrado lo suficiente como para tener un coche como aquel quisiera secuestrarme a mí.
-¿Reconociste el emblema que hay grabado en la puerta?
¿El emblema? No, no lo había reconocido, pero en ése momento ya apenas me acordaba de él. La chica se llevó la mano al bolsillo y sacó un pañuelo en el que lo llevaba bordado sobre las iniciales A.B.
La imagen era un cisne negro con las alas plegadas nadando en aguas plateadas con un cielo escarlata de fondo. De pronto lo reconocí. Lo había visto infinidad de veces en libros de historia. Pertenecía a la famosa familia que había propuesto la creación de las FEH, probablemente la más poderosa de todo el país
-¡Es el escudo de la casa de Blackswan!- exclamé sorprendida. Mis pensamientos perdieron el hilo. Había elaborado por lo menos veinte teorías de quién podía ser ésa gente, pero entre ninguna de ellas figuraba que pudieran ser de la honorable casa de Blackswan.- ¿Por qué?
-Aún no lo sabrás- dijo la chica-. Hasta que lleguemos a nuestro destino. Mi nombre es Anne.
-¿Eres una criada de la condesa?
La pálida cara de Anne enrojeció.
-Anne es la hija menor de la condesa- aclaró el hombre-. Andrea y yo somos criados. Mi nombre es Giovanni.
Supuse que Andrea era la niña Parca. Aunque tenía muchas preguntas para Anne y Giovanni, mantuve la boca cerrada durante el resto del viaje. Ahora que sabía que eran gente importante tenía más miedo que antes. Se me ocurrió que podían ser una familia de corruptos en lugar de las buenas personas que aparentaban ser ante el mundo, pero en caso de no ser así no tendría por qué tener miedo.
No recordaba haberme metido en el camino de ningún noble, ni siquiera conocía a ninguno en persona, no había ninguna razón para que nadie quisiera matarme. Mi cabeza ya no daba para más teorías. Los nuevos datos que tenía podían ser muy buenos o podían igualmente significar mi final.
¿Podría sobrevivir a ése día?